lunes, 16 de noviembre de 2009

NUESTRA OPINIÓN

Nuestro tema de estudio se centra, fundamentalmente, en la Conferencia de la ONU que tendrá lugar en Copenhague sobre cambio climático. No obstante, opinaremos no sólo de dicha Conferencia, sino que también daremos nuestra visión sobre el calentamiento global.

  Que el cambio climático se está produciendo es una realidad -como afirman los científicos- y sus causas parecen claras. La contaminación que produce la industria y sus derivados, con sus emisiones desmesuradas de carbono a la atmósfera es la principal causa; pero, por nuestra parte, los habitantes de este planeta ¿podemos cambiar en algo esta situación? Nosotros pensamos que, en la medida de nuestras posibilidades, sí es posible dicho cambio. Para ello, es imprescindible que tomemos conciencia del problema, el cual conocemos pero, a la vez, consideramos lejano y ajeno a nuestras vidas. A partir de aquí y superando la idea planteada, centrar la necesidad de modificar nuestros hábitos diarios y cotidianos respecto al medio ambiente.

  Está claro, por otra parte, que nuestra vida y nuestra forma de manejarnos en nuestro entorno está determinada por la estructura social. Esta estructura es la que impone las reglas y dirige nuestros comportamientos y preferencias en función de los intereses de las clases dominantes. Por ello, asistimos a una forma de organizar el mundo, centrado en el dinero, y que constituye la base del sistema capitalista en el que nos encontramos inmersos. El desarrollo y el progreso se identifican con el desarrollo industrial, que determina la “prosperidad” y la riqueza de los diferentes Estados del mundo que compiten a través del libre mercado. Por tanto, la concienciación está mal planteada por parte de las autoridades, ya que éstas pecan al utilizar un discurso incoherente en relación a sus actos.

  Ante este panorama, y asistiendo al fenómeno que nos ocupa, se plantea a nivel internacional la necesidad de un acuerdo sobre medioambiente para frenar el cambio climático que se nos está viniendo encima. Por ello, la celebración de esta Conferencia. Ante este respecto, nos planteamos los siguientes interrogantes: ¿Servirá de algo esta Conferencia?, ¿Es posible llegar a un acuerdo con tantos intereses de por medio?, ¿Con qué ánimo se presentan los distintos Estados a dicha Conferencia?, ¿Realidad o teatro ante la opinión pública?

  Nuestra opinión está cerca de la incredulidad hacia los políticos, hacia su discurso. Partimos de la base de que el planteamiento está equivocado. En la Conferencia se van a trasladar las diferencias existentes en el mundo real. Las desigualdades van a ser las mismas, únicamente va a cambiar el escenario. El poder es un fenómeno al que es difícil renunciar, que todos persiguen, y, al final, esta Conferencia va a depender de las decisiones de Estados Unidos, de China y de India –los Estados económicamente más poderosos en el ámbito Internacional y los que más contaminan-.

  En función de la contaminación emitida por cada país, así deben ser las restricciones. Pero nos encontramos ante el planteamiento de siempre: los que tienen más recursos deberían ser los que “pagasen” o “aportasen” más, en favor de la búsqueda de lo equitativo. Pero la realidad es que los poderosos son los que influyen, los que modifican y manipulan las situaciones y adecuan los contextos para asegurar sus intereses y son, además, respetados por la comunidad internacional debido al “temor” que despiertan. Por ello, en momentos de crisis, los que más sufren son los más débiles, los que menos tienen desde un punto de vista económico. De nuevo, se potenciará la brecha entre países desarrollados, subdesarrollados o en vías de desarrollo.

 La situación nos dirige a pensar que esta Conferencia es una falacia. Los acuerdos que de ésta se derivarán estarán contaminados por el poder y no serán fuertes y contundentes. La carencia de instrumentos firmes de penalización para aquellos que los incumplan, que suelen ser los de siempre, así lo demuestran.

  Por tanto creemos, como anteriormente hemos expuesto, que el planteamiento debe ser otro. Se debe cambiar el modelo de producción contaminante hacia otro, el ecológico. La industria debe centrarse en el desarrollo de las energías renovables, que, una vez superada la dificultad de su implantación, serán igual de rentables. Los ciudadanos se adecuarán a esta nueva forma, adoptando hábitos ecológicos, dirigidos e impuestos por la estructura y el sistema.

  Para nosotros, tristemente, esta Conferencia no va a cambiar nada. ¿Qué hecho grave tiene que suceder para que reaccionemos todo? Igual, cuando esta pregunta encuentre su respuesta, pueda ser demasiado tarde.

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